FASES CONSTRUCTIVAS I

Detalle de la vista de Wyngaerde de1562. Vista aérea actual de la Catedral. Sombra de la torre sobre el antiguo barrio de las Canonjías

Antes de la ruina de la vieja Catedral a causa de la Guerra de las Comunidades, ya se había pensado en su traslado al solar del antiguo Convento de Santa Clara en la parte alta de la ciudad, pero la proximidad con la parroquia de San Miguel creaba algunas reticencias. Un hecho que favoreció el cambio a este nuevo enclave fue el abandono de la judería tras el edicto de expulsión, lo que había permitido que, desde 1492, estas casas fueran compradas y derribadas paulatinamente por el Cabildo. La victoria imperial y el hundimiento fortuito de San Miguel en 1523 hicieron factible el traslado.

 

Una vez establecido el emplazamiento, se contrató al arquitecto Juan Gil de Hontañón. Las obras se iniciaron en 1525 con Juan Gil, arquitecto de tradición gótica, y García de Cubillas como aparejador. Así mismo, en este primer momento de la construcción, el arquitecto Juan Campero se encargará de desmontar el claustro de la vieja Catedral y remontarlo en su nueva localización.

 

 Al tiempo que Hontañón elabora las trazas del templo de tres naves, con capillas entre contrafuertes, crucero y cabecera poligonal, se comienza a preparar el terreno y a asentar los cimientos, una ardua tarea, dada la irregularidad del terreno en esta zona de la ciudad. Finalmente, Juan Gil no podrá seguir a cargo de las obras, ya que fallece al año siguiente de iniciarse estas.

Plantas generales de la Catedral: la primera, probablemente, de Juan Gil de Hontañón y de Rodrigo la segunda. (Fotografías de José Manuel Cófreces)

Sección y planta del crucero y planta y alzado de la girola probablemente de Rodrigo Gil de Hontañón. (Fotografía de Francisco García Abril)

Enseguida le sucede su hijo Rodrigo Gil de Hontañón, quien, con numerosas idas y venidas, estará vinculado hasta su muerte a las obras de la Catedral. En los primeros tres años (1526-1529) se levantaron las paredes hasta la altura de las claves de los arcos de las capillas laterales. En 1529 Rodrigo es despedido y pasan las obras a García de Cubillas, que fue el aparejador de su padre, y al fabriquero Juan Rodríguez. Un técnico y un eclesiástico conducirán, mano a mano, la construcción sin director hasta el retorno de Rodrigo en 1562. A pesar de la ausencia de los maestros, García de Cubillas se atiene a lo proyectado por Juan Gil y su hijo. Ante la falta de presupuesto, se apostó por la estabilidad de la construcción, prescindiéndose de los excesos decorativos.

 

En 1542 se cubrían las naves y el templo se cerraba con un paredón de ladrillo a la altura del crucero para que la Catedral pudiera ser bendecida.  Finalmente, el día de Nuestra Señora de la Asunción (15 de agosto) de 1558 será consagrada bajo esta advocación. Al año siguiente la Catedral vuelve a perder a su maestro de obras y, por indicación del canónigo fabriquero, se vuelve a recurrir a Rodrigo Gil de Hontañón. En esta nueva etapa Rodrigo permanecerá de forma continua en Segovia hasta su muerte, en 1577, contando siempre con la asistencia de Juan Rodríguez.

 

 Hasta el cierre de las bóvedas de la girola a mediados del siglo XVII, intervinieron muchos maestros totalmente desvinculados del estilo gótico, desaparecido siglos antes. Sin embargo, la maestría de estos arquitectos y el seguimiento de las trazas originales de Juan y Rodrigo Gil de Hontañón propiciaron una unidad de estilo única en la arquitectura española. Entre todos estos artífices cabe destacar a Pedro de Brizuela, por ser quien dirigió las obras de mayor envergadura.

 

Recreación de los arquitectos en la construcción del templo. Sección de la cabecera sobre el perfil del Templo. Vista axonométrica del conjunto de la Catedral

Juan Rodríguez, el fabriquero

 El canónigo Juan Rodríguez fue quien, desde su función de fabriquero, condujo a buen término la construcción, jugando incluso un papel destacado al asumir, junto a García de Cubillas, la dirección de las obras tras el despido de Rodrigo.

 

 El fabriquero debió ser un hombre humanista con gran capacidad de aprendizaje. Llevó unos impecables libros de fábrica, trufados de preciosos detalles sobre los gastos en herramientas, contratos con los canteros, etc. Cuando sus conocimientos se veían superados, no dudaba en consultar a expertos. Y así, entre 1532 y 1536, emitieron informes de las obras los arquitectos Juan de Ávila, Alonso de Covarrubias, Felipe Bigarny, Enrique Egas y Francisco de Colonia.

 

Juan Rodríguez adquiere en el templo, hacia 1551, la Capilla de la Piedad, guarnecida de un soberbio retablo con un Santo Entierro que Juan de Juni talló en 1571. La capilla contará además con una reja del siglo  XVI, obra de fray Francisco de Salamanca, proveniente de la antigua Catedral y que el Cabildo le regaló.

 

 

Santo Entierro de Juan de Juni  en la Capilla de la Piedad

Vista del monasterio de El Parral  junto a las canteras y frente de extracción

Las canteras de la Catedral

Gracias a los libros escritos por el fabriquero, disponemos de muchos de los contratos que se firmaron con los canteros, permitiéndonos conocer la procedencia de las piedras que se usaron en la Catedral. Podemos hablar de cuatro canteras. Las primeras piedras empleadas en la construcción provienen de la antigua Catedral, que fue desmontada parcialmente. Se extraen además calizas de los frentes próximos al Parral y Madrona (valle de Tejadilla) y granitos del valle del Cigüiñuela, en el municipio de La Lastrilla.