La parroquial de Valsalabroso es un sencillo templo de sillería granítica levantado en el medio de dicha población. Su planta es intuible incluso desde el exterior dado lo limpio y sobrio de sus volúmenes. Se trata de una iglesia de cabecera cuadrangular, nave única de idéntica altura a la anterior aunque ligeramente más ancha y torre campanario a los pies. El grueso de lo que hoy vemos parece construido, al menos, en dos impulsos diferentes, aunque no excesivamente espaciados entre sí. La cabecera debió de erigirse a finales del siglo XV pues aún conserva en su cornisa la típica decoración de bolas del último gótico. Por su parte el cuerpo debió levantarse en la centuria siguiente.

Los paramentos del templo lucen hoy excesivamente pulcros por lo que a buen seguro se repicarían en algún momento del siglo pasado. Y por entonces saltaría la sorpresa de lo que guardaban bajo capas y capas de cal, un conjunto pictórico que cubría por completo el testero de su capilla mayor. Su imagen general nos recuerda de un primer vistazo a la cabecera de La Vídola o a la de Villarmuerto. Es decir, un muro tapizado en su totalidad por un retablo fingido, que ocupa su parte central y cuatro encasamientos dispuestos dos a dos y uno sobre otro flanqueándole.

El retablo es otro ejemplar más del exitoso modelo que venimos analizando en casi todos los edificios. Las novedades residen en la vertiente iconográfica del conjunto. Mientras las escenas del cuerpo superior son de lo más habitual y aluden tanto a la vida de la Virgen como a la de Jesús combinando temas de la Infancia y de la Pasión, las del inferior recoge un temática novedosa, con pasajes de la vida de San Pedro: La pesca milagrosa y la Crucifixión de San Pedro (con la cruz invertida).

A los lados del retablo fingido se dispusieron dos parejas de santos de notable predicamento y devoción popular, efigiados de cuerpo entero. A la izquierda el Arcángel San Miguel venciendo al demonio y Santa Bárbara, a la derecha San Antón abad y San Ildefonso.