Ermita de Ntra. Sra. de Majadas Viejas,
La Alberca
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Desde La Alberca se toma en dirección este la carretera local que conduce a Mogarraz por la que avanzaremos desde las últimas edificaciones de la localidad unos 2,25 km (pk 3,025) hasta alcanzar el cruce con un camino que sale a nuestra derecha en dirección sur y por el que avanzaremos unos 350 m hasta llegara a la ermita. Cuenta la leyenda que Don Rodrigo, después de perder el trono en la batalla de Segoyuela de Cornejas, se refugió en esta parte de la Sierra de Francia y escondió una imagen de la Virgen que acostumbraba a llevar en sus batallas. Esta imagen fue encontrada por un ermitaño, Froilán Porqueiro, natural del vecino pueblo de Monforte. Los vecinos de La Alberca, una vez hecho efectivo el hallazgo, levantaron una ermita donde honrar a la Virgen que sería llamada como Nuestra Señora de Majadas Viejas, porque apareció en un lugar donde los pastores levantaban sus cabañas y donde llevaban los rebaños. La ermita se emplaza en una zona alomada que domina el cauce del arroyo de los Milanos en su margen izquierda, en pleno corazón de la comarca de la Sierra de Francia. A ella se llega desde un antiguo que parte de La Alberca, camino que se abre paso entre peñas y que conserva algún tramo empedrado el cual está además hitado con cruces, destacando alguna que lo hace sobre ciertos bolos de buen tamaño que además actuaron como “cantos de los responsos” a lo que lo caminantes y romeros depositan una piedra a su paso, generando así una característica vía sacra. El conjunto de la ermita está formado por el templo y la plaza de toros que se levanta justo delante del templo, así como por la campa que lo rodea. Se trata de una construcción de planta rectangular con presbiterio cuadrado, con una bella portada a los pies en la que encontramos el acceso, formado por un arco de medio punto con dos arquivoltas aboceladas románicas y con capiteles con decoración de zigzag, junto a dos ventanas limosneras. En el lado del evangelio de la portada hay un púlpito tallado en granito. Se remata la portada con una espadaña simple que quiebra el frontón. Se protege la portada con un tejado que apoya en dos bellas columnas jónicas sobre plinto. El espacio delantero lo ocupa la plaza de toros, que es un simple cercado de mampostería en que se han colocado unos burladeros de madera y postes metálicos para facilitar su cierre.