Atapuerca Histórica: formación de los paisajes altomedievales de la comarca del valle del Arlanzón.

El proyecto de investigación Atapuerca Histórica busca compensar la falta de información arqueológica de los asentamientos históricos frente a los prehistóricos en el entorno de la Sierra de Atapuerca. Las primeras noticias documentales, del año 963, se refieren a la sierra y no al propio caserío; sin embargo, ya en la centuria siguiente este núcleo aparece como una población destacada en el Camino de Santiago. Algunos autores sugieren su nacimiento como resultado de una concentración poblacional gestada en la Edad Media tras el abandono de varios barrios.

La intervención arqueológica se ha centrado en dos espacios: el cerro de la iglesia parroquial, donde suponemos se ubicó el primer asentamiento altomedieval, incorporado al caserío en su desarrollo posterior; y el paraje Prado de la Laguna, al norte del cerro, una zona húmeda de gran entidad con referencias desde la Antigüedad y más explícitamente en el siglo XII.

La ocupación altomedieval en el cerro ha deparado dos contextos: uno funerario y otro habitacional. El primero está representado por una tumba antropomorfa con cubierta de lajas perteneciente a un varón de entre 45 y 52 años, posiblemente un artesano por los marcadores de actividad de su registro óseo. La datación mediante la técnica del carbono 14 permite fechar en el siglo X esta parte de la necrópolis situada en el flanco occidental del cerro. El contexto doméstico se localiza en el lado oriental y corresponde a un potente depósito de residuos acumulado entre los siglos XI y XIII. Tras un periodo de posible abandono entre los siglos XIV y XV, el cerro adquiere un carácter cultual exclusivo, cambiando su topografía por los grandes aportes de material que representa la ampliación de la iglesia en diferentes épocas.

En el humedal se ha practicado un sondeo geoarqueológico en el que se ha obtenido una columna polínica que abarca toda la secuencia desde el nivel de terraza del río Vena, permitiendo la reconstrucción ambiental de este entorno. Así, se detecta un fuerte proceso de antropización del paisaje en tiempos del Neolítico y el Calcolítico, como consecuencia de la presión pastoril, registrándose la presencia de ganado e incendios y una disminución drástica de la foresta en beneficio de los espacios abiertos. Posteriormente, desde la Edad del Bronce hasta la actualidad, las masas forestales vuelven a cobrar protagonismo.