Campañas de intervenciones 2017 en la Sierra de Atapuerca, Patrimonio de la Humanidad. Trinchera: Sima del Elefante y Galería

Entre el 18 de junio y el 25 de julio de 2017 se desarrolló la campaña de intervenciones en los siguientes yacimientos de la Sierra de Atapuerca: Sima del Elefante, Gran Dolina, Galería, Cueva Fantasma, Cueva de El Mirador, Fuente Mudarra y en los yacimientos de Cueva Mayor.

El proyecto de investigación llevado a cabo en la Sima del Elefante se centra en aspectos paleocológicos y de estrategias de subsistencia de los grupos humanos que habitaron la Sierra de Atapuerca en dos cronologías diferentes: el Pleistoceno inferior y el Pleistoceno medio.

Como es sabido, en el año 2007 se recuperó en el nivel TE09c, con una cronología de 1,2-1,3 Ma (millones de años), una mandíbula de hominino, asociada a industria lítica y restos de fauna con evidencias de marcas de corte y fracturación por parte de los humanos. Por debajo de TE09, y en consecuencia más antiguo, se documentó la presencia de otro nivel (TE07) con restos paleontológicos. La intervención durante 2017 se ha enfocado a dejar al descubierto alrededor de 20 metros cuadrados de este nivel, hasta la fecha el más antiguo de toda la Sierra de Atapuerca. Durante su excavación, se han recuperado restos de macromamíferos como ciervos o carnívoros de pequeña talla, así como aves de distintos tamaños, entre los que se encuentra el águila pescadora. Asimismo, se ha recuperado del nivel TE16, con más de 780 mil años de antigüedad, una pieza de industria lítica en sílex, lo cual permite correlacionar los tipos de ocupación de los diferentes yacimientos, de cara a reconstruir las pautas de movilidad, asentamiento y subsistencia de los homininos en la sierra, desde hace algo menos de 1,5 Ma.

Galería contiene un relleno de sedimentos del Pleistoceno medio, entre 220.000 y 500.000 años. Esta cueva funcionó como una trampa natural para los animales que merodeaban por la Sierra. Los animales caídos atraían la atención de los predadores. Habitualmente, los homininos accedían a ellos antes que los carnívoros. Si los herbívoros eran grandes, procesaban sus carcasas en la cueva para transportar las partes de mayor contenido alimenticio a sus campamentos. Si eran pequeños, los transportaban enteros. Los carnívoros, principalmente cánidos, solían consumir in situ los cadáveres, carroñeando en ocasiones los restos abandonados por los humanos.

En 2017 hemos trabajado en la Unidad GIIIa (270.000 años), en la que se han recuperado restos de caballos y ciervos, aunque también de bóvido, rinoceronte, león, cánidos y aves. Principalmente, se trata de costillas, vértebras, mandíbulas y dientes aislados. También se han recuperado herramientas líticas elaboradas principalmente en sílex (lascas) y en cuarcita (percutores). Uno de los principales hallazgos corresponde a un núcleo de sílex de grandes dimensiones, introducido intencionalmente por los homininos como fuente de materia prima para extraer lascas, con las que procesar las carcasas de los animales caídos. Con ello se constata no solo el uso reiterado de la cavidad como lugar de obtención de nutrientes, sino además una planificación compleja de estos grupos humanos, que dejan remanentes de material en lugares determinados, para su uso futuro.