Proyecto de investigación arqueológica y recuperación del monumento megalítico de El Pendón

El dolmen de El Pendón constituye, a día de hoy, el primer y único monumento funerario neolítico documentado y excavado con metodología arqueológica en la comarca de La Bureba, proyectando hacia esta zona de la provincia de Burgos el grupo dolménico existente en el entorno de la Sierra de Atapuerca y en los cercanos páramos de Monasterio y Fresno de Rodilla. Este proyecto ha permitido detener el proceso de expolio y destrucción al que se había visto sometido en los últimos años.

Su ubicación en el borde de la paramera que domina el acceso natural a esta comarca, a través del arroyo de la Corredera, le convierte en un elemento destacado del paisaje visible desde distintos puntos del entorno. De este modo, el dolmen debió de operar como hito territorial tanto para los grupos que lo construyeron y usaron en primer término, como para todos aquellos que transitaran por la zona.

La Arqueología nos dice que el dolmen de El Pendón fue en origen un gran sepulcro de corredor, que con el paso del tiempo se fue transformando en el monumento que hoy conocemos, en parte como consecuencia de complejos procesos rituales que tuvieron lugar en la Prehistoria y también debido a saqueos y destrucciones de épocas más recientes.

En una primera fase, de cronología neolítica, se depositaron en la cámara decenas de cadáveres de manera periódica. En una fase posterior, ya durante el periodo calcolítico, tuvieron lugar una serie de transformaciones que afectaron tanto al depósito funerario anterior como a la propia estructura arquitectónica del monumento: el corredor fue desmantelado, desplazándose alguno de los ortostatos hacia el interior de la cámara, mientras que en el osario se llevaron a cabo prácticas de selección y reordenamiento de determinadas partes del esqueleto, siendo agrupadas en curiosos conjuntos (cráneos junto a pelvis, paquetes de huesos largos como fémures, tibias o húmeros…) y depositadas en zonas concretas de la cámara funeraria.

Estos procesos están igualmente representados en los elementos de cultura material recuperados durante la excavación, algunos de los cuales habrían acompañado a los inhumados a modo de ofrendas, destacando por su abundancia diferentes tipos de puntas de flecha en sílex: microlitos geométricos de cronología neolítica y foliáceos con pedúnculo y pequeñas protuberancias laterales, ya de la Edad del Cobre. También han aparecido numerosas cuentas de collar, elaboradas en hueso, piedra caliza o lignito (carbón fosilizado), lo que nos da idea del valor que para estas sociedades tenía el adorno personal.

El proyecto se ha completado con la consolidación del monumento y el acondicionamiento de su entorno, habiéndose instalado también una detallada señalización divulgativa, que explica a los visitantes el significado de esta tumba colectiva durante sus principales fases de utilización en los periodos Neolítico y Calcolítico.