La iglesia está situada en uno de los márgenes del caserío y el punto más bajo del pueblo, lo cual no suele ser lo habitual en los pueblos de Sayago. Posiblemente de época románica, la planta original era rectangular, ligeramente más ancha la nave que la cabecera, está dividida en tres tramos con arcos de medio punto ligeramente apuntados, con espadaña a los pies.

Sus pinturas murales se localizan en el testero y en el brazo norte del crucero. El primer conjunto es un retablo fingido de dos cuerpos, tres calles y ático enmarcados con guardapolvos y cuyos encasamientos recogen escenas dedicadas a la Vida de la Virgen y la Infancia de Jesús (Anunciación, Nacimiento, Epifanía y Huida a Egipto). Completando el testero se dispusieron bandas bícromas con grandes roleos vegetales y restos de una inscripción parcialmente ilegible con nombres propios, quizá de patronos o incluso de los propios pintores que las hicieron.

Mayor desarrollo alcanzó el panel ubicado en el crucero, en las que se recoge un interés principalmente narrativo, y que por su hechura quizá sean algo posteriores a las de la nave, ya de principios del siglo XVI. Ocho encasamientos se generaron a través de cenefas, bandas de motivos geométricos y columnillas. En las cuatro escenas del registro superior reconocemos a Santa Bárbara, los Santos Cosme y Damián, una pintura no identificada y otra en la que aparece el apóstol Santo Tomás. En el registro inferior, cortado por una ventana de medio punto, quedó hueco únicamente para tres escenas, en la primera reconocemos a Santa Catalina de Alejandría, a continuación el martirio de San Sebastián y emparejado con este San Roque, ambos santos intercesores contra la peste.

Como curiosidad ha de mencionarse que sobre la aludida ventana quedan restos de un registro pictórico que se sobrepone al descrito y que, además de diversos motivos ornamentales, muestra un fragmento de lo que pudo ser la escena del Nacimiento. Esta capa pictórica posterior llegó a verse también en el testero, ocultando parte de la inscripción aludida y pudo contener representación de San Atilano y San Ildefonso, patronos de Zamora.