Alcázar de Segovia

La monarquía castellana manifestó a lo largo de la Edad Media una fuerte predilección por la estética mudéjar para decorar sus residencias y espacios de representación. Uno de los palacios más notables que ha llegado a nuestros días es el Alcázar de Segovia, que ya era famoso en el siglo XV por la riqueza y el lujo de su decoración, incluso entre los viajeros extranjeros que visitaron Castilla.

Desde el siglo XIII se emprenden obras en el castillo segoviano para convertirlo en un palacio adecuado para la realeza, pero son los monarcas de la dinastía Trastámara quienes, desde finales del siglo XIV, construyen una serie de salones magníficamente decorados a la morisca. Conocemos los nombres de dos mudéjares que intervinieron en esta residencia real, por una parte Juce de Sahagún realizó unas yeserías a fines del siglo XIV, y por otra el maestro carpintero Xadel Alcalde, quien terminó en 1456 el Salón del Solio, con su magnífico artesonado dorado.

Del conjunto de salas palaciegas, además de la del Solio, destacan la de los Reyes, la de la Galera y la de las Piñas, todas ellas fielmente restauradas después del incendio de 1862.

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