Alfares de la calle Duque de la Victoria

La alfarería fue una actividad artesanal presente en prácticamente todas las ciudades medievales, cuyos productos iban dirigidos a satisfacer necesidades tan básicas como la propia alimentación, a través del menaje doméstico destinado a la preparación, al almacenaje y al servicio de mesa. En Valladolid este oficio estuvo monopolizado por los mudéjares, primero, y por los moriscos, más tarde.

Aunque sus artesanos vivían por toda la villa, instalaron sus talleres (alfares) en la calle que pasó a denominarse de los Olleros, hoy Duque de la Victoria, entonces en los límites meridionales de la aglomeración, para evitar así los humos y el riesgo de incendios que podían ocasionar.

La Arqueología Urbana vallisoletana ha aportado en estos años importante información al respecto, y en particular, sobre algunos de estos talleres y sobre los productos en ellos elaborados, comercializados luego en la ciudad. En ellos se fabricaban una amplia gama de productos destinados a solventar las más básicas necesidades domésticas relacionadas con el sustento diario: orzas, cántaros y cantarillas, coladores y barreños,  botijas, redomas, jarros y jarritos, platos, altamías, escudillas, tajadores, saleros, etc. Para embellecerlos se les recubría a base de un engobe o baño de intensas tonalidades rojizas, ocres y marrones, que en ocasiones adquirían un peculiar brillo metalescente, y que también les aportaba cierta impermeabilización.

Cuando los mudéjares fueron obligados a vivir en un barrio propio, trasladaron a la morería también sus talleres y abandonaron éstos de la calle Duque de la Victoria.

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