Cementerio mudéjar de Valladolid

En los límites septentrionales de la villa de Valladolid, cerca de la Puerta e iglesia de San Pedro, se extendía el cementerio mudéjar. Según su ritual, los mudéjares se enterraban en fosas, envueltos en un sudario y tendidos sobre el costado derecho, con los pies a oriente y la cabeza a poniente, dirigiendo el rostro hacia el sureste, hacia La Meca.

Unas excavaciones arqueológicas realizadas a principios de los años 90 en el subsuelo de la actual Casa del Estudiante de la Universidad de Valladolid, documentaron medio centenar de tumbas de aquel cementerio o almocabyr, como lo llaman en un testamento de 1497. Las tumbas aparecían más o menos alineadas, algunas de ellas delimitadas con sencillos muretes de adobes y cubiertas con lo que en su día fueron planchas de madera o cerramientos también de adobe, pero sin las estelas que a buen seguro en su día señalizaron los enterramientos.

Los análisis antropológicos realizados posteriormente sobre los restos exhumados, revelan que la mitad de los enterrados no llegaban a edad adulta (la mayoría menores de 6 años) y que solo unos pocos eran sexagenarios. Ambos sexos presentaban una estatura mediana, que en el caso de los hombres rondaba los 160-170 cm y los 150-157 en las mujeres, y una complexión por lo general robusta, tal vez debida a la ingesta importante de hidratos de carbono en su dieta diaria, la base de algunos de sus platos tradicionales, como la tafaya y el alcuzcuz.

A ambos sexos, casi por igual, afectaban los mismos tipos de dolencias, causados en su mayoría por deformaciones óseas y musculares, y lesiones reumáticas en las articulaciones, sobre todo en codo y muñeca, originados por hábitos repetitivos y continuados en sus quehaceres cotidianos. De todos ellos solo un individuo, un varón joven de complexión fuerte y baja estatura (157,8 cm), murió por causas no naturales y todo apunta a que fuera por las innumerables heridas profundas causadas por arma blanca, de las cuales, la del cráneo pudo originarle la muerte; seguramente, una reyerta de fatales consecuencias para él.

A falta de referencias textuales, se cree que éste fue el único cementerio del que dispuso la aljama vallisoletana hasta el siglo XV, aunque la referencia al almocabyr viejo cerca de San Pedro donde se manda enterrar Ramiro Alcalde en 1497, evidencia que todavía seguía usándose a finales de la Edad Media.

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