La expulsión

En 1608 el Consejo de Estado acordó la expulsión de los moriscos alegando dos motivos: riesgos para la seguridad nacional a causa de las secretas conexiones entre los moriscos levantinos y los marroquíes, y que los moriscos eran un grupo irreductible e inasimilable en la sociedad cristiana. Aunque estos argumentos tenían cierto fundamento, fueron las razones de estado las determinantes; el afán de protagonismo del rey que pretendía demostrar a holandeses y franceses su firmeza en unos momentos en que negociaba con ellos.

La medida afectó a unos 300.000 moriscos. La expulsión de los valencianos fue la primera en dictarse y llevarse a cabo a lo largo del año 1609, dirigiéndose la diáspora preferentemente hacia Orán y de allá hacia los reinos de Fez, Tlemcen y Marruecos. A ella siguió la salida de los granadinos en los primeros meses de 1610 y después la de los aragoneses que lo hicieron en los meses de verano de ese mismo año, inicialmente planificada desde el puerto tarraconense de Los Alfaques y posteriormente autorizada también por Francia a través de los desfiladeros de Canfranc y Somport, unas u otras con destino a Túnez.

Por último, los moriscos de Castilla la Vieja se dirigieron agrupados desde Burgos hacia Francia, a donde entraron por Irún y San Juan de Luz, en cuya frontera el señor de Clielle recibió la orden de reunirlos. Entre los moriscos antiguos y los granadinos llegados a tierras castellanas en la década de 1570, sumaban, según el investigador francés Henri Lapeyre, 1.862 familias (esto es, unas 7.600 personas):  531 familias de Valladolid, 418 de Ávila, 297 de Salamanca, 195 de Segovia, 164 de Palencia, 147 de Soria, 75 de Burgos y 37 de Zamora.

La gran mayoría de los moriscos castellanos, atravesaron todo el sur de Francia (donde algunos recalaron un cierto tiempo) para llegar a los puertos del sureste francés de Agde y Toulon. Allí embarcaron hacia Berbería, las tierras del actual Túnez, donde recibieron un trato favorable por parte de las autoridades otomanas y donde contribuyeron de forma determinante a dinamizar la vida económica de aquella regencia.

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