Tiempo de fiesta - Mascaradas de Castilla y León

MASCARADAS DE CASTILLA Y LEÓN

CASAVIEJA

Los Zarramaches

3 de febrero. San Blas

Por la mañana

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Casavieja, asentada en el macizo oriental de la Sierra de Gredos, pero ya en el valle del Tiétar, con un microclima que le permite la producción, entre otros, de naranjas, es hoy un enclave turístico, principalmente para los madrileños. La benignidad de su clima y un paisaje agreste en la montaña y de verdor en el valle lo hacen atractivo. En sus proximidades se hallan los conocidos “Toros de Guisando”, de la cultura vettona, protectores de la ganadería, antes de ser psicopompos en época romana.

Los Zarramaches salen del Ayuntamiento, donde se visten, y recorren las calles principales de la localidad, sin ascender a las nuevas urbanizaciones de la zona alta. Bajan a la iglesia, situada a la entrada de la localidad, para escuchar la Misa y procesionar en torno al templo. Vuelven a la zona prÛxima al Ayuntamiento, entrando en los espacios del centro escolar.

Los actos empiezan temprano, en torno a las nueve de la mañana, cuando los Zarramaches van a cortar las mimbres que van a llevar como elementos fustigadores. Las pelan en la puerta del Ayuntamiento. Aquí se van a vestir en una especie de ritual, en la que colaboran empleados municipales. Empiezan colocándose los pantalones de sábana blanca, les ajustan después una tela blanca, con agujeros en ojos y nariz, a modo de capucha, que les cosen a la altura de la nuca. Después les colocan otra tela rectangular blanca, que ahora les cosen a la espalda, simulando un blusón sin mangas. Una estera de esparto situada en la espalda y anudada a la garganta les va a proteger del golpeteo de los tres cencerros, que, a continuación, les colocan pendientes de cinturón de cuero. Sólo falta el gorro cónico recubierto de cintas de colores, que le anudan a la garganta. Ya están dispuestos para salir a la calle. Sólo les falta una naranja en una mano y la vara de mimbre en la otra.

Y a correr. Pues ya hay algunos mozos esperando en la puerta. Después corren a los niños que acuden al centro escolar. Así pasan aproximadamente dos horas. Luego les dan el relevo a los otros dos quintos del año, repitiéndose el ritual del vestido de los nuevos quintos y la salida a la calle para correr a mozos y chiquillos, que están en el recreo.

Esto se alarga hasta la hora de la Misa, en que acuden a la iglesia, donde se encuentran con las autoridades. Asisten a la ceremonia religiosa situándose delante, en el pasillo central, sin quitarse ni máscara ni cencerros, lo que es una excepción en todas las mascaradas conocidas en la Península Ibérica. Durante la procesión alrededor del templo, son ellos los que la encabezan, posiblemente para abrir paso hace años, aunque ahora no hace falta.

Terminada la ceremonia religiosa, vuelven a sus andadas tras la mocedad y los chiquillos que salen del colegio, cuando no son ellos los que penetran dentro de las instalaciones educativas. En el transcurso de estas carreras, a veces les arrojan a ellos naranjas. Termina la celebración, cuando al final de la mañana, son invitados por la Corporación Local a comer.

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