Tiempo de fiesta - Mascaradas de Castilla y León

MASCARADAS DE CASTILLA Y LEÓN

MONTAMARTA

La Vaquilla

Domingo gordo

Por la tarde

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Se halla Montamarta a 18 kms. al Norte de la capital zamorana, enclavada en la comarca de Tierra del Pan. Por sus inmediaciones pasa la vía romana ab Asturica Caesarugustam o Vía XXVI del Itinerario de Antonino Pío, entre Astorga y Zaragoza, calzada que, muchos siglos después y en conjunción con la de Mérida a Zaragoza, va a ser conocida como Vía de la Plata. Restos de este paso, hoy cubierto por las aguas del embalse de Ricobayo durante buena parte del año, es una fuente, a la vera de la antigua calzada y muy próxima a la iglesia de Santa María del Castillo, anclada en una roca, frente a la localidad, donde se celebra la ceremonia religiosa del Zangarrón. En un pequeño jardincillo de la localidad desde hace varios años figura una escultura del Zangarrón, como símbolo y emblema de la localidad.

La localidad ya es citada documentalmente en 1182, por haberle sido dada su iglesia de Santa Marta a la Catedral de Zamora. Actualmente cuenta con dos iglesias: la parroquia, San Miguel, dentro del pueblo, y la de Santa María del Castillo, en un repecho, dominando la población. Ambas son del siglo XVI. También contó con importante monasterio de Jerónimos, hoy totalmente en ruinas. El pueblo es el tradicional de las comarcas agrícolas de Tierra del Pan, con casas de una o dos plantas, amplias puertas carreteras, con muros de tapial enlucido. La llegada del embalse modificó el paisaje de una vega fértil, con una ribera rica en pesca. Hoy quedan tierras cerealísticas de terrenos llanos o ligeramente ondulados.

El Zangarrón recorre todas las calles del pueblo para realizar la petición de aguinaldo, calles amplias, dominadas por la alineación recta. Después, se desplaza a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, auténtica atalaya cimentada en roca sobre la antigua ribera -hoy embalse-.

En esta localidad se celebra el Zangarrón, que, como ya han señalado Agustina Calles y Manuel Montalvo (1994, 18) tiene dos rasgos irrepetibles en el resto de la provincia de Zamora: sólo consta de un personaje y se celebra en dos días, el 1 y el 6 de enero. Por la dureza de la prueba, ahora sale un mozo el día 1 y otro el día 6, mientras que antiguamente salía uno los dos días. Se exige una buena resistencia física, pues lo importante es que suenen sin cesar los cencerros, por lo que es más importante estar brincando que correr.

Cuando se levanta el Zangarrón temprano sólo toma un café; después, no debe comer ni beber; sólo se le permite enjuagarse la boca. Comienza la labor de vestirlo a las seis de la mañana y se tarda en la labor unas tres horas, pues es una auténtica confección. Se comienza realizando los pantalones, cosiendo dos toallas (antiguamente se usaban mantillas de niño), a las que luego cosen los calcetines blancos. Calza zapatillas blancas. Después, con una colcha de cama matrimonial, le hacen la blusa, dejando una especie de bolsa interior para guardar el aguinaldo; este es el proceso más complejo de realizar.

A las nueve de la mañana inicia el Zangarrón su recorrido por todas las casas del pueblo –menos donde haya luto- para felicitar el año y pedir el aguinaldo. Hace tiempo, solía dársele de aguinaldo “el pitorro para el Zangarrón”, es decir, un chorizo que se hacía especial durante la matanza para ese día; ahora se le da dinero.

A las 11,30 se dirige a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, donde se va a celebrar la Misa mayor, solicitando también allí el aguinaldo. Este recorrido lo realiza por la antigua calzada, si no hay agua en la cola del embalse, o por la carretera, si la hay. Al llegar al templo, espera en la puerta la llegada de gente. Cuando ve alguna moza, se dirige a ella para pedirle el aguinaldo; si no se lo da, intenta levantarle la falda -hoy tarea imposible por llevar pantalones- y da tres saltos con el tridente en alto si son ellas quienes le dan el aguinaldo. Aquí también se producen las carreras tras algunos mozos que le provocan o que le son desconocidos; el castigo son los tres golpes que les da con el tridente en la espalda.

La gente empieza a acumularse y el Zangarrón empieza a trazar un círculo en el suelo con el tridente hacia abajo para marcar su territorio. Allí, a su lado, se colocan los quintos y, desde hace unos años, también las quintas, formando un grupo. Cuando llegan las autoridades para asistir a la Misa, adelanta la pierna izquierda flexionándola, clava el tridente en el suelo y levanta la careta en acto de sumisión, para hacer tres venias; una vez que han pasado, da tres saltos.

Durante la Misa, espera sentado en el atrio de la iglesia y tapado con una manta para no quedarse frío; ocasión que aprovecha el Sr. Tano, confeccionador tradicional de los trajes, para recomponer los pequeños desperfectos o roturas que haya sufrido el traje. Allí permanece hasta que el Cura va a dar la bendición. En ese mismo momento, entra con la careta levantada, hace tres reverencias y va hasta el altar. En el mismo momento de la bendición clava las dos hogazas u obladas que han dejado sobre el altar las quintas y vuelve a salir de la iglesia, sin darle nunca la espalda al altar, repitiendo las tres genuflexiones. Una vez fuera, reparte los panes bendecidos entre el público. Y empieza a correr hasta el pueblo.

Aquí se dedica a perseguir a los mozos, para darles siempre con el tridente tres golpes en la espalda. Hace tiempo, al lado de la fuente del pueblo, hacía con el tridente un círculo, “que era su territorio”; actualmente, a pesar de estar el terreno cementado, traza ese círculo con el tridente hacia abajo (“hacer el corro”) en la plaza del Sol, junto al bar Rosamari, y se mete dentro de él al llegar las autoridades, repitiendo las tres venias, ahora con el tridente en alto, y los tres saltos, recibiendo de ellos los buenos deseos para el nuevo año. A continuación, prosigue las correrías tras los mozos hasta aproximadamente las tres de la tarde, en que se retira a comer, dando fin a la celebración, sin que haya, ni nunca haya habido según nuestros informantes, ninguna comida comunal ni de mozos, a pesar de que la señalan Rodríguez Pascual (2001, 355-357) y Blanco González (2004, 26).

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