Provincia de Ávila

VERRACOS DE LA
PROVINCIA DE
ÁVILA

Protohistórico

Hay en el lugar conocido como Guisando cuatro esculturas de animales realizadas en granito que sorprenden, entre otras cosas, por su esquematismo, su belleza plástica y sus considerables dimensiones, de más de un metro y medio de alto por cerca de tres metros de largo.

Una de las características del pasado arqueológico abulense es la proliferación en su territorio de los Verracos, representaciones escultóricas en la piedra local, el granito, de cerdos, jabalíes y toros. Las esculturas tienen en común una manera concreta de representación del animal, de pie, en posición estática y con las patas alineadas.

Si bien los más conocidos son los Toros de Guisando, en la provincia se localizan muchos otros que, por su carácter monumental, han sido tradicionalmente custodiados y expuestos en lugares públicos distinguidos de las localidades en que se encontraron.

Las imágenes aparecen siempre vinculadas al territorio que ocuparon los vettones, pueblo prerromano que habitaba la actual provincia de Ávila, junto con la de Salamanca y parte de las de Cáceres, Toledo, Segovia, Zamora y las regiones portuguesas de Tras-os-Montes y Beira Alta.

 

Aunque su función es un motivo aún de debate entre los especialistas, parece que es evidente la conexión entre estas esculturas y los recursos ganaderos. Están emplazados en muchas ocasiones en lugares de especial importancia para la economía de los vettones, como encerraderos de ganado, prados, fuentes o lugares de paso de especial significado para el tránsito del ganado. Algunos sugieren que, en el caso del hallazgo de verracos en zonas de pasto, las esculturas , aparte de propiciar la fertilidad de los rebaños , señalan la posesión y uso de un determinado territorio por la aristocracia vettona.

La cronología de estas esculturas comprende desde el siglo IV a.C. a los tiempos de ocupación romana del territorio, a comienzos de nuestra Era. En la etapa final los verracos son más pequeños y están ligados a trances funerarios. Todo hace pensar que con la llegada de Roma la primitiva función territorial y mágica se sustituye por otra “personal”, en la que las gentes romanizadas se entierran con verracos que les recuerdan las tradiciones de sus antepasados vettones.

Estas esculturas son conocidas popularmente desde la antigüedad, han llamado desde siempre la atención, habiéndose recogido y citado incluso en obras clásicas como El lazarillo o El Quijote.